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  Tipos de oración
 





Tipos de oración
 
 
La oración de petición: mediante la oración de petición se muestra la conciencia de la relación con Dios; por ser criaturas, no somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos de nuestro padre. La petición ya es un retorno hacia Él y un camino que nos une a nuestros hermanos por quienes también pedimos.
 
La petición de perdón es el primer movimiento de la oración de petición (el publicano: “ten compasión de mi yo soy pecador”, Lc 18, 13) es el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve la luz de la comunión con el padre y su hijo Jesucristo, y de los unos con los otros (Jn 1, 7-2, 2): entonces “cuando pidamos lo recibimos de él (1 Jn 3,22). Tanto la celebración de la eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón.
 
 
La oración de intercesión: la intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el padre en favor de todos los hombres. (Rm 8, 34; Jn 2, 1; 1 Tm 2, 5-8). Es capaz de salvar perfectamente a los que por él llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor (Hb 7, 25). Él propio espíritu santo intercede por nosotros. (Rm 8, 26-27).
 
Interceder, pedir favor de otros, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la iglesia, la intercesión cristiana participa de la de cristo: es la expresión de la comunidad de los Santos. En la intersección, el que ora busca “no su propio interés sino el de los demás” (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal.
 
La intersección cristiana no conoce fronteras: “por todos los hombres, por todos los constituidos en autoridad” (1Tm 2,1), por los perseguidores (Rm 12,14), por la salvación de los que rechazan el evangelio...” 
 
 
La oración comunitaria: para que haya oración comunitaria no basta que se unan varias personas a orar. Es necesario que se constituya un sujeto común de oración compartida por todos. Que, al invocar puedan decir en verdad <<nosotros>> sin que nadie quede aislado. El mismo hecho de consagrarse, el compartir los mismos sentimientos de fraternidad y el modo de realizar la oración han de expresar este deseo de dejarse animar por el único y mismo espíritu que habita en ellos (Rm 8, 26) nunca esta oración se ha de convertir en cenáculo cerrado. Seria una contradicción.
 
Las posibilidades de la oración comunitaria son muchas, pues no es necesario seguir una estructura ni unas fórmulas litúrgicas fijas. Se puede compartir el silencio ante Dios o escuchar juntos su palabra de múltiples formas. Se puede utilizar oraciones preparadas o suscritas espontáneamente, otras. Se puede recitar una oración todos juntos o alternarla en dos coros. Se puede rezar salmos o cantar. Lo importante es que la oración este al alcance de todos, que se evite el intimismo, que no se caiga en la rutina y que la oración nazca espontáneamente de la fe y de la vida del grupo. Esta oración no es solo expresión de la comunidad, sino un medio precioso para robustecer la vida comunitaria en el seno de la iglesia.  
 
La oración de la iglesia es personal y comunitaria, porque el ser humano es por naturaleza, individual y social y toda oración cristiana por su misma esencia de acto relacional, de amor, es siempre personal; de lo contrario se convierte en un rito o en un acto en el que solo queda implicada la memoria y los labios, con lo cual deja de ser un acto humano. Como acto humano es individual y social o comunitario por lo que es la iglesia comunidad de oración, donde el creyente
Está llamado a vivir la unidad con el padre a través del hijo en la vivencia del espíritu.
 
Unas pistas para orar
 
Lo primero es querer orar.
 
Lo segundo es buscar un espacio personal. Buscar un ambiente externo que ayude el silencio, al encuentro. Buscar un silencio interno que me ayude a concentrarme, a centrarme en mi interior. Para orar tengo que ir a la soledad.
 
Lo tercero, soy consciente de mi mismo. Con otra expresión: me concentro, intento tomar conciencia de mi, de saberme aquí y ahora, de estar presente, atento, despierto, vigilante, totalmente, todo entero. Sereno de mí ser. Sereno de mi mente, mi corazón, mi afectividad, mi voluntad, mi cuerpo, mi espíritu, mi alma. Me pacifico.
 
Lo cuarto es soy consciente de Dios. Tengo claro que Dio está presente. Que Dios, en Jesús, está en mí. Que mi vida esta en la suya y la suya en la mía.
 
Lo quinto es hacer encuentro. Yo estoy presente con mi pobreza, con mi barro. Estoy pobre, humilde, vacío. Estoy presente lleno de esperanza, lleno de ternura y cariño por El. Estoy presente y sé que El es mi origen, mi guía mi meta. Estoy presente y me olvido de mí. Pongo los ojos en su don, que es Jesús estoy presente en su presencia. Y El lo es todo para mí.
 
Un sexto paso es abandonarse a la acción del espíritu santo. Es muy importante tener conciencia de que quien ora en el encuentro con Dios es el espíritu de Jesús. Y que el nos va a conducir a Jesús. y que el despertara nuestro corazón a Dios. Y que el realizara en nosotros las maravillas que Jesús hizo por nosotros. Y que el nos tocará el corazón con la palabra, con el silencio, con el sentimiento, con algo que el nos trae a la mente, con la conciencia de que somos pecadores, con la alegría de que Dios es nuestro padre.
 
Un séptimo paso es centrarse en Jesús. Es lo esencial de la oración. Es la única oración cristiana. Es esencial porque la oración es encuentro, es dialogo, es presencia. La oración es la experiencia de Dios en Jesús. En Jesús y solo en Jesús.
 
Un octavo momento es agarrase a la palabra de Dios. Ella es el soporte de la oración. Ella es quien alimenta la fe del orante. Ella es quien hace presencia de Dios. Ella es quien nos introduce en el misterio de Dios. Ella es quien nos revela a Jesús. Ella es quien nos ora.
 
Un noveno momento será el de pedir ayuda y agradecer. Pedir ayuda al espíritu de Jesús para cambiar de vida. El de contar con la fuerza del espíritu de Jesús para que todo lo que en la luz y paz se haya visto en la oración, ahora se lleve a la vida con fuerza y paz. Y agradecer por los dones y bendiciones que me concedió en ese dialogo de hijo a padre.
 
Como décimo momento será el del compromiso. Oración que no cambie la vida no es oración. Oración que se quede en mero sentimiento o idea, será otra cosa, pero no oración cristiana. La oración cristiana tiende siempre a la conversión del orante. Y convertirse en cristiano no es ir asumiendo en la propia vida el estilo de vida de Jesús.
 
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